Recuéstate a mi brazo.
La sangre que por mis venas se desliza
posee, algunas veces, deliciosos secretos.
Afuera son las cinco de la tarde.
Pero en mi alma se han quedado inmóviles las horas.
Y no olvides
que he recogido todo el fuego de la tierra
para entibiar las casas que tú habites
y calentarte el alma en las noches de lluvia.
Ilustración: EgonSchiele
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